jueves, enero 08, 2009

Fem el darrer?



Para Mònica.

La mujer de los mares del sur me prestó Las vírgenes suicidas de Jeffrey Eugenides, y lo comencé a leer en el tren de camino a la tierra de la niebla el día antes de Reyes, con un cometa para el pequeño Hayden y una caja con sacos para hacer carreras para el pequeño faraón Nil, embutidos en mi maleta de rey-tío. Me encanta ese autor, aunque sólo había leído antes Middlesex. Cuando ella me lo prestó me contó una dura coincidencia.

Me gusta como Eugenides convierte en irónico lo dantesco. Ésta es la escena de su novela, en el hospital, con el dóctor, después del primer intento de suicidio frustrado de Cecilia:

-¿Qué haces aquí guapa? Si todavía no tienes edad para saber lo mala que es la vida...
Fue entonces cuando Cecilia dijo en voz alta lo que habría podido considerarse su nota póstuma, aunque en este caso totalmente inútil puesto que seguía con vida.
-Está muy claro doctor, que usted nunca ha sido una niña de trece años -dijo.


Llegué a la granja de los caballos. Puse los regalos bajo el abeto de Navidad, y fui a cambiarme de ropa a mi habitación. Nunca he tenido grandes regalos por Reyes. Acaso un jersey negro de cuello alto con cremallera, que siempre me espera reposando sobre la silla de madera, para abrigarme, encima de unos jeans gastados. Me lo regaló Mònica. Era suyo, de segunda mano por tanto. Le sobraba en su baúl de vestidos bohemios, y me iba bien de talla. Lo suelo llevar por casa cuando hace frío, porque da calor y es confortable al tacto.

Esa víspera de Reyes bajé del tercer piso al comedor embutido en esa prenda. Y mis padres tardaron en decirme nada.

Mònica comenzó a rondar por casa cuando tenía seis o siete años, formando grupo con otras amigas de mi hermana que dibujaban sus sueños infantiles en la planta baja de nuestro hogar. Entonces ella ya destacaba del tumulto de crías que gritaban y soñaban y jugaban. Vivía en su mundo, tímida, introspectiva, con su melenita negra y sus ojos grandes y oscuros. Desde ese tiempo, fue la mejor amiga de la señora Hayden. Eran la noche y el día, pero estaban juntas. He hablado de ella en el blog algunas veces. Reproduzco sólo una:

Cuando era niño, recuerdo la imagen de Mònica columpiándose en el parque junto a las piscinas de la tierra de la niebla. Estaba preciosa y me hubiera gustado ser su amigo. Pero no se lo dije (no tenía edad para repartir cumplidos). Muchos años después, coincidimos en una discoteca. Me invitó a una cerveza. Quise contarle esa imagen de cuando éramos pequeños, pero me callé. Estuvimos mucho rato en silencio, bebiendo las birras a morro. Se cansó, con razón, y me dijo: "Jo sóc tímida, però tu...". Ahora, cuando veo un parque infantil pienso en ella sentada en uno de esos balancines vacíos, aunque no esté allí, en ese espacio inerte, para pedirle amistad. Para recordarle las palabras que nunca le dije.

Luego, a finales de los noventa, se enamoró del mejor tipo de la ciudad: Joan, que pone marcos a los cuadros que la gente cuelga en las paredes desnudas de la tierra de la niebla (en su tienda con mil ventanas a la calle, que nos permiten contemplarle trabajar a todas horas con su mirada clara y sus dedos de viejo artesano). Él también se enamoró de Mònica. Tuvieron una hija preciosa, que ahora ha celebrado sus siete años de princesita, y siempre (cuando coincidía con ellas por la calle principal) le hacía la broma de que le puso ese nombre en mi honor (el padre se llama como yo -pura casualidad). Mònica también levantó una empresa de software que da trabajo a varias personas. Tenía una vida perfecta.

Pero este cinco de enero le debió parecer que todo era imperfecto. Buscó un taburete o una silla o una escalera de mano, y no sé el tiempo que pasó pensando entretanto (ni siquiera si pensó en algo), los Ducados que fumó en el intervalo antes de precipitarse a ese pequeño vacío que acabaría con su vida y cambiaría la de tanta gente. Su hija no tendrá jamás nuevas noches de Reyes alegres. Y Joan nunca sabrá qué sucedió ese día, mientras acabará de pulir un marco, en el futuro.

-Está muy claro doctor, que usted nunca ha sido una mujer de cuarenta años -pensó ella, acaso.

Mònica era la mejor amiga de mi hermana. Se querían, y más ahora que compartían viajes a parajes aislados con sus hijos. Vigilaban a la pequeña Joana y a los pequeños Hayden que corrían por mil playas con sus redes de juguete. Algo salvajes.

Aunque Mònica formaba muchísima más parte de la vida de la señora Hayden que de la mía, también guardo mis recuerdos secretos con ella, con su melenita negra y sus ojos oscuros. Siempre me acordaré de esa tarde de columpios en que me gustó una niña por primera vez. Y luego esa etapa de barbacoas, cuando el señor Gris era un cachorro y nos buscábamos la mirada en las mesas, en esa timidez. Y, aunque sea secundario, jamás volverá a responder mis emails.

Hubiera deseado fumar un último pitillo con ella ese día cinco de enero de 2009. Ponerme en la cola. Preguntarle: "Fem el darrer". Me quedaron cosas por contarle, por pedirle. Pero ella ya se había marchado con su salto a ese pequeño vacío, mientras yo me despertaba sin problemas en mi apartamento de Barcelona esa mañana del cinco de enero. Sin presentir nada.

Salí a caminar esa noche en la tierra de la niebla, tras conocer su muerte. Marché por los parques del extrarradio. Pensé que era la primera vez que caminaba sin ella en este mundo. Y al día siguiente me duché sin ella en ese mundo, por primera vez. Y luego comí sin ella en este mundo, por primera vez. Y luego llegaron los Hayden para recoger los regalos de Reyes en la tierra de la niebla. Aparcaron frente a la granja de los caballos. Y los niños corrieron para encontrar el hámster Pepo. Lo tomaron en sus manitas. Lo metieron y sacaron de la jaula mil veces. Estaban alegres por disfrutar de una nueva mascota. Los adultos los mirábamos con una sonrisa obligada. Pensando que la vida se reduce a eso. A contemplar a Pepo entre los dedos de los pequeños.

Cuando regresaba en tren a Barcelona, la señora Hayden estaba en el velatorio. Sufriendo por alguien a quien quería desde siempre. Y yo leía Las vírgenes suicidas en el convoy. En la ventana nevaba. Y a muchos kilómetros a mi espalda, cada vez más lejos, el pequeño Hayden descubría que sin viento no se puede elevar un cometa, mientras el pequeño faraón Nil se precipitaba contra el suelo con su saco de patatas. Sus abuelos los cuidaban, y sus padres no sabían qué decir, qué hacer, en esa sala mortuoria. Donde Mònica era incapaz de fumar el último cigarrillo con nosotros. Columpiándose por última vez en nuestras miradas. En nuestros recuerdos.

21 Comments:

Anonymous alatrencada said...

Què??

8 de enero de 2009, 3:11  
Anonymous el paseante said...

Ara ja ho pots llegir, dona.

8 de enero de 2009, 3:40  
Anonymous Rita said...

Avui també, paseante. Avui, però, són llàgrimes tristes. Com n'havia d'estar d'apurada, pobreta...
Un petonet

8 de enero de 2009, 10:19  
Anonymous òscar said...

no sé paseante, m'ha passat un calfred per l'esquena.

una vegada, un persona que havia passat molt directament per un cas així va dir-me "si la pena que duia dins des de feia tants anys li feia tant de mal, millor així". en el cas que relates, em glaça la imatge de la nena.

una abraçada.

8 de enero de 2009, 11:48  
Anonymous Emily said...

Miraré de no deixar aquest llibre mai més, tot i que és dels millors que he llegit darrerament. Tracta el tema del suïcidi poèticament, sense pors, mirant d'endevinar què passa pel cap d'un suïcida i els seus darrers moments...
Per compensar la tristesa d'aquest fet, queda la imatge dels nens jugant, aliens a la tristesa dels pares.

8 de enero de 2009, 13:19  
Anonymous Arare said...

ostres... sempre he pensat que els suïcides són molt valents.
Ella era molt valenta! molt valenta!

Un petó.

8 de enero de 2009, 17:32  
Anonymous nimue said...

jo comprenc a Mònica.
Una abraçada.

8 de enero de 2009, 19:33  
Anonymous m said...

la vida no és fàcil i tampoc ho és trobar paralules en una situació com aquesta.

ho sento joan, ho lamento molt paseante.

marta

8 de enero de 2009, 19:45  
Anonymous Xurri said...

esto es muy triste, paseante, muy triste...

8 de enero de 2009, 20:43  
Anonymous Edelia said...

Ufff..què dir? De vegades la vida pot fer molt mal i ser molt dura. I el patiment és una energia: no es crea, es transforma. És una llàstima el fet que hi continuarà havent patiment, no en ella, però sí en altres persones.
En fi, ànim i endavant. A lluitar contra ell!

8 de enero de 2009, 21:37  
Anonymous khalina said...

No sabria què dir ni què opinar!Per què ho fan? Com se senten? Si no fessin passat un temps ho farien igualment? Cada cas és diferent i mai els jutjaré. Espero que ningú proper torni a preferir no estar aquí, perquè molt malament ho deuen estar passant.
Potser sembla egoista, però realment és molt dur pels que es queden. Famílies trencades, traumes, el pensar que ho podien haver evitat, sentir-se culpables... i com els dius que és una decisió en la qual segurament no podrien influir?

Em sap greu Paseante pels que l'heu perduda. .. I m'ha deixat gelada per la nena. Quin mal dia va triar. Clar que, hi ha algun dia millor que altre per suicidar-se?

9 de enero de 2009, 0:27  
Anonymous Joana said...

Una abraçada de tot cor, avui i sempre.

9 de enero de 2009, 17:39  
Anonymous Violette said...

Que trist... I potser mai ningú sabrà el perquè. Però és una opció.
Tot i que em costa molt d'acceptar que ho sigui.

Una abraçada molt forta, Joan.

9 de enero de 2009, 18:14  
Anonymous gemma said...

Jo també he conegut el buit i els interrogants d'una mort sobtada i incompresible, i segueixo sense saber reaccionar davant notícies com les que avui ens has narrat. Una mort així és la mort més trista que hi pot haver, perquè malgrat que ho fan per voluntat pròpia, suposo que ho fan només pel dolor que els ocasiona viure. I és trist, perquè si no han pogut suportar viure, segurament és perquè, malgrat les apariències, ja se sentien morts.

Aisss, no sé, només reflexiono breument en veu alta, en veu escrita, incapaç de dir-te res que pugui alleugerir el buit, i potser el pes, que sents i el que deu sentir la senyora hayden.

Una abraçada molt forta.

9 de enero de 2009, 18:21  
Anonymous el paseante said...

Moltíssimes gràcies a tothom pels comentaris (aquesta vegada no els personalitzaré). La persona del meu entorn que m'hagués agradat més que llegís el meu blog era la Mònica. També m'hauria agradat que en fes un. Potser encara voltaria per aquí. De vegades treure els fantames per aquestes finestres ens ajuden a tirar endavant. També m'agradaria que ella llegís el que heu escrit. Es trobaria reconfortada a les vostres espatlles. Més tranquila, més serena.

Mai oblidaré la frase que em va dir una persona que ja me l'he fet molt meva, i que me l'estimo molt. Deia, més o menys (no la diré literalment) que sense el blog s'hagués apagat. Suposo que ens passa a molts.

10 de enero de 2009, 2:57  
Anonymous atikus said...

Un post triste, la verdad es que tenía un amigo que se suicido y otro que lo intento hace poco y esto me recordo eso...
No se que tal es el libro de las virgenes suicidas, la peli de sofia coppola me encanto, creo que es su mejor peli, pero es es otra historia..

un abrazo

10 de enero de 2009, 15:35  
Anonymous alatrencada said...

Ara l'he pogut llegir. Preciós homentage a la Mònica.

M'imagino com us deveu sentir, especialment la teva germana, dos amics propers també van triar aquesta opció. No sé mai què pensar. Una abraçada per vosaltres.

12 de enero de 2009, 12:52  
Anonymous Blanca said...

Conforme lo leía, deseaba que fuera una metáfora de las tuyas o algo así. Ya veo que no. Qué tristeza por su hijo y por su marido ... B.

12 de enero de 2009, 14:51  
Anonymous Matilde said...

.. "tanto dolor se agrupaen mi costado, que por doler me duele hasta el aliento"...

14 de enero de 2009, 12:16  
Anonymous Elvira said...

Muy bello y muy triste tu homenaje a la amiga que se fue. Lo siento.

16 de enero de 2009, 23:07  
Anonymous el paseante said...

Gràcies a tots els que heu entrat més tard. Lo escribiré en castellano, mi hermana leyó este post y agradece tremendamente las cosas que habéis dicho. Seguro que le han ayudado. Muchas gracias. Especialmente a Blanca. Compartimos hijos o sobrinos etíopes. Y hace siglos que nos hemos puesto un link. Un beso. Gracias por comentar.

18 de enero de 2009, 3:29  

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