jueves, agosto 23, 2007

Patoso

Mi padre es una extraña persona que se detiene a hablar con todo el mundo por la calle (aunque sólo les conozca de vista) y, encima, le interesa lo que le cuentan. También tiene memoria de elefante, una gran capacidad de cálculo numérico y ganas de aprender cosas cuando pronto alcanzará una nueva meta: los setenta y cuatro años. Pero las manos sólo le funcionan de una manera sincronizada para empuñar la raqueta y ganarme 6-0 en la cancha de tenis, y para sacar la bolsa de basura. Con el resto de manualidades simplemente no sirve. La que arregla los enchufes estropeados es la señora Sofía. La que se pone una bata vieja para pintar la terraza, la que corta las verduras con la habilidad de los espadachines, la que toma los brazos del pequeño faraón Nil para hacerle bailar una rumba tras las comidas es ella.

Yo tampoco soy bueno con las manualidades. Pero me las apaño cuando el sargento Hayden no tiene tiempo para ayudarme con su taladro del nueve, o el hombre sin suerte está demasiado ocupado para venir a solucionarme un problema con un enchufe. Asomo la punta de la lengua entre los labios e intento aislar un cable eléctrico, en una operación quirúrgica.

El último fin de semana en la tierra de la niebla, mi padre tenista intentó encender el televisor con el mando a distancia para ver un partido de fútbol. No lo conseguía, y por eso no dejaba de apretar botones sin sentido. Uno tras otro, en vorágine. Se puso nervioso al no obtener resultados.

-Dona'm el comandament, que ets un patós.
-Jo patós? Per què ho dius això?
-Perquè ho ets, home. Dona'm.


Me entregó el aparato y, cuando el televisor entró en funcionamiento, vi sus lágrimas precipitándose por la cordillera del desengaño. El hombretón que me derrota siempre haciendo deporte lloraba. Creo que se le escapó el llanto porque jamás le recrimino nada. Los demás son más duros con él, pero yo no. Quizás pensó que se quedaba sin aliado. No lo hablamos (como me aconsejaría la princesita). Eso fue lo malo. No entendí esa reacción suya ante mi comentario.

Después regresé a Barcelona. Y las veces que nos llamamos por teléfono se mostraba distante, poco comunicativo. Hasta este viernes. No me gusta acudir a comidas familiares, pero la señora Hayden quería celebrar su cuarenta aniversario (con tres meses de retraso) junto al mar, todos juntos alrededor de una mesa. El tenista me exigió que acudiera. No era una petición, era una orden, y eso me cabreó. Le dije que lo pensaría. Lo comenté con Ilse.

Ilse: Es verdad que son chapuceros
Ilse: que estropean las cosas
Ilse: pero tenemos que entender que si no se sienten inútiles.
Ilse: mi padre cuando le damos esa caña
Ilse: porque hace unos estropicios que no veas
Ilse: se sienta y dice que qué hace ya aquí, si es un inútil y no vale para nada
Ilse: se lo oí decir una vez
Ilse: y me partió el corazón
El paseante: ya
El paseante: cuando le vi llorar también me pasó lo mismo
Ilse:: es verdad que hacen que uno pierda la paciencia
Ilse:: pero imagínate en su situación.
El paseante: pero sólo le dije que es patoso, creo que no es un insulto
Ilse: pero eso es lo que le dice un padre a un hijo, no un hijo al padre
Ilse: y al final acabamos siendo sus padres
El paseante: ya, tienes razón
Ilse: y ellos no están acostumbrados.
Ilse: te han tenido en brazos, te han limpiado la mierda
Ilse: te han pegado
Ilse: y ahora eres tú quien les regaña
Ilse: y eso debe ser difícil de aceptar.
Ilse: claro, tienes que quitarle importancia.
El paseante: si yo quiero mucho a mi padre, y somos colegas. Creo que lloró por eso, porque soy el único de la familia que no le recrimina nada. Pero ese día le vi con el mando y me salió del corazón decirle eso
Ilse: mi madre me cuenta las cosas mil veces
Ilse: y yo le digo: "Anda sí?"
El paseante: jajaja, ves como eres mala
Ilse: las primeras veces le decía: "Coño, mamá, que ya me lo has contado"
Ilse: un día me di cuenta de que eso la mataba
Ilse: porque no se acuerda.
Ilse: no la quiero hacer sentir mal.
Ilse: yo hago como que no me lo ha contado y ya está.
Ilse: a veces si se lo digo
Ilse: pero suavenmente
Ilse: y como se lo dices a otro.

Como siempre Ilse me ofreció lecciones de vida, y me ayudó. Juega con ventaja: es una mujer. (Le pedí que me pasara una canción llamada Release me y, al momento, la tenía en mi ordenador.)

El restaurante estaba abierto a los cuatro vientos. La señora Sofía y yo pedimos una paella para dos personas porque era lo más económico. Los demás quisieron despilfarrar dinero con parrilladas de marisco y pescado. Mientras las servían, el pequeño Hayden pretendió conquistarme para que le acompañara (en esa profunda amistad que nos une desde hace medio año) a visitar los veleros atracados. El muy gamberro se montó en todos los que tenían escalerilla de acceso, y le hice caminar de puntillas ante el yate de un patrón que roncaba en cubierta, para no despertarle. Le dije que le pidiera a su padre un barco de esos que tenían el cartel de en venta (lo hizo posteriormente, y el sargento Hayden -que ya me tiene calado- dijo que vale, pero que lo pagará a medias conmigo). Vino el tenista levantando sus manos, poco hábiles, a buscarnos en nuestra tardanza, para explicarnos que la comida estaba en la mesa. Intentó bajar al pequeño Hayden de un velero y se pegó un coscorrón tremendo contra el casco de la nave.

-El padrí s'ha fet pupa. Dis-li: "Veus com ets un patós, i que això no vol dir res dolent, que ell té altres qualitats".

El niño lo dijo a su manera, pero mi padre sonrió y me pasó la mano por la espalda.

-Hi ha gent que és patosa amb el cos i altra que ho és amb el pensament, com ara jo- le conté mientras avanzábamos hacia el comedor.

La paella no estaba mal, aunque algo exagerada de pimiento. Le dije a la señora Sofía que era mucho mejor la suya.

El aire del mar no es habitual en gente de tierrra adentro. Nos sentó bien. Luego despedimos a mis padres en el andén del tren. Posteriormente los Hayden me despidieron en el parque de atracciones levantado eventulamente en Jardinets de Gràcia. Y me quedé solo.

Mañana tomo un tren a la tierra de la niebla, para estar con el tenista y la señora Sofía unos días. Nos cuidaremos unos a otros, como suele suceder siempre. Como sucederá en un pueblo de León, el de Ilse, en su viaje hacia sus padres.

PD: Perdona niña por no haberte pedido permiso para colgar los diálogos, pero es que mañana me escapo. Sé que no te molestará.

6 Comments:

Anonymous Xurri said...

Complicado. Los sentimientos son algo tan frágil...

En algún momento a los padres les miras con los ojos muy abiertos, y les dices "de verdaaaad???". Más adelante les miras con una ceja levantada y les dices "seguro??". Y luego llega el momento en que les miras con caída de ojos y dices "seguro que si" o "seguro que si". Hago el ejercicio de la perspectiva en primera persona con mi nini y me sorprende, aunque no me duele, me hace sonreir pensar que se ahce mayor, pero, no se, supongo que es porque yo aún no decaigo demasiado (espero). Si fuera incapaz de hacer algo, o me diese cuenta que se me olvida que repito treinta veces las mismas cosas, pues igual me caía algún lagrimón cara abajo.

Pero el pequeño Hayden lo borda, lo importante no es ser capaz, o incapaz, lo importante es que te quieran.

Que vaya bien en la tierra de la niebla.

Chinpón.

23 de agosto de 2007, 22:30  
Anonymous pepegotera y otilio said...

Recomiendo mejor una broca del seis para el taladro y para todo lo demás para lo que a veces no encontramos palabras , una mano acariciando la espalda.lu

25 de agosto de 2007, 13:18  
Anonymous atikus said...

Es que cuando un padre pierde los mandos, lo pierde todo...eso me recuerda a una obra del Tricicle, aunque esta era más graciosa me temo.

Que lo pases bien...¿en Lóndres??

bueno donde se tercie

28 de agosto de 2007, 1:24  
Anonymous alatrencada said...

Quina cosa millor podem fer que cuidar-nos els uns als altres? Tot un plaer llegir-te, quan escrius perds tota la patositat.

28 de agosto de 2007, 23:17  
Anonymous atikus said...

Vale creo que yo también soy patoso por leer demasiado rápido...(es que Londres me encanta, jaja!!)

29 de agosto de 2007, 10:58  
Anonymous el paseante said...

Tu nini siempre te soñará joven Xurri. Y, al despertarse, te verá joven. Siempre.

Jaja, pepegotera... Del seis mejor, es que yo soy muy patoso para las manualidades y los sentimientos... Ya veo que tú vas mejor. Gracias por entrar.

¿El Tricicle en Madrid, Atikus? Bueno, si han venido y les has visto, ya eres medio catalán (hace tiempo que lo eres amigo).

Aisss, noieta, ja saps fa temps que moles gràcies.

Bueno de Lleida a Londres.., Comienzan por la misma letra, hay niebla... Tampoco ibas tan confundido.

10 de septiembre de 2007, 2:53  

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