María
Antes de que regresara este jueves a la tierra de la niebla, había (hay) un muro en la galería repleta de flores que mi madre riega cada amanecer. Allí se asomaba María, la vecina, para preguntarle cualquier cosa a la señora Sofía. En su vecindad de años existía la compañía, la complicidad, el cariño.
Recuerdo al señor Gris cuando era enano y vio aparecer el rostro intruso de esa mujer menuda, con cara de buena persona, por primera vez sobre el tabique (entre los tallos de geranios). No paró de ladrar para espantar a la presunta ladrona, ni ese día ni en nuestras siguientes visitas a la granja de los caballos. Lo primero que hacía al llegar -en su memoria de perro- era trotar a ese lugar de encuentro con la señora María y hacer ruido como un loco para que la pobre mujer se quedara asustada debajo de la cama y no penetrara en su territorio vital. Hasta que mi madre tapió el paso a la galería con una caja de madera en la escalera, y el chucho quedó reprimido. Así, ella y la vecina de toda la vida podían charlar sin intromisiones del perro guardián.
Este jueves fui a la granja de los caballos y me recibieron con la noticia de que María había muerto de repente. Hacía dos días. Es de esas noticias que enmudecen al no esperarlas. No quedan muchos vecinos de toda la vida en la granja de los caballos. La gente envejece y los hijos nos hemos marchado. Mis padres me pidieron que fuera a darle el pésame al viudo, pero pensé que él quería estar solo (le vi desde la ventana de mi habitación en una tumbona de su terraza con el recordatorio de la muerte de su esposa sobre el pecho, y los ojos húmedos que vigilaban las travesuras de su preciosa nieta de dos años, que le ayudaba a olvidar). Así que me negué. Él y yo nos encontramos a menudo en nuestros andares. También es un paseante a sus ochenta años. Siempre me cruzaba con él y María junto a los frutales, y nos parábamos a charlar un rato, mientras el señor Gris ponía cara de fastidio. Así que dejé mi amabilidad al azar del cruce.
Al día siguiente madrugué para trabajar en el campo, recogiendo unas manzanas de origen inglés.
Antes de que regresara este jueves a la tierra de la niebla, había (hay) un muro en mi nula aceptación de los inmigrantes. En la carreta, el trabajo era a destajo y el patrón exigía resultados. Éramos diez negros y cuatro blancos. Un africano arrastró una cinta hidráulica con tanta prisa que golpeó mi puño cargado de manzanas. Saltó una escarcha de líquido, y el africano tomó mi mano (pensando que me había herido). La apretó contra su corazón para pedirme perdón. El flujo que corría por mi piel era zumo de fruta y no mi sangre. Pero no dejaba de agarrarme con fuerza y mirarme con cara de susto. Acaricié el hombro del hombre de Mali (lo siento, pero no recuerdo tu nombre, aunque da lo mismo porque nunca leerás esto) con el que apenas pude cruzar palabras en su mal castellano y mi mal francés, para decirle con la mirada que no me había dañado. Que estuviera tranquilo. Acabó la jornada con un sol rojo durmiéndose contra la sierra.
Antes de acostarme tengo costumbre de caminar un rato en la tierra de la niebla, como en Barcelona, aunque mi espalda estuviera rota tras tres días encima de una carreta. Me senté en un banco del parque del oeste y miré las estrellas. Les di las gracias o pedí cosas. Es gratis. Soy así de simple. Miré al firmamento y pensé en la señora María. Aunque no estuviera muerta esa noche, también afirmaría que siempre me gustaron sus ojos oscuros y amables. Esa sonrisa que siempre antecedía a sus preguntas inocentes cuando abría su puerta junto a la granja de los caballos. La cigüeña me depositó en casa de la señora Sofia y el tenista, pero si se hubiera desviado unos metros, ella podría haber sido mi madre.
De regreso a la granja, me crucé con una sombra en la acera. Era Ramón, el viudo. Se lo había dicho a mi padre: los caminantes siempre nos encontramos en nuestras rutas.
-Ramon, em coneix?
-Sí, ets el fill de l'Àngel.
-Ho sento molt.
Lloró antes de tomar mi mano y ponerla sobre su corazón, como hizo horas antes el africano. Apreté con fuerza su puño y le acompañé en el duelo. Lloré con él. En esa punta de la calle, que no se parece en nada a esa que conocimos. Hace tiempo.
21 Comments:
Sempre duràs al cor aquesta terra i dubto que siguis feliç lluny d'ella, és així...
Els africans són macos, ja vaig dir que ells són els prínceps del món, encara que ara siguin els més pobres del planeta, tenen dignitat inclús collint una poma.
On d'internet estant aquests contes?
El tiempo siempre va hacia delate pero los recuerdos se repiten como un circulo, como ese vídeo tan bonito, ¿será que la mente nos manda continuamente mensajes?
"El flujo que corría por mi piel era zumo de fruta y no mi sangre."...Y un poquito de ese muro licuandose , Paseante?.
Y que una sonrisa acompañe a María , allí donde este.
Celebro, doncs, que siguis simple. A mi també m'agrada mirar les estrelles i demanar coses i llegir-te i emocionar-me.
A la teva veïna Maria li haurà encantat el post.
Cuando eramos niños
los viejos tenian como treinta
un charco era un oceano
la muerte lisa y llana
no existia.
Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque un oceano
la muerte solamente
una palabra.
Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un oceano
la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el oceano es por fin el oceano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
Pasatiempo
Mario Benedetti
El corazón me dió un salto con la noticia de la muerte de María.
Amo a una María ya anciana que también se asoma a un balcón a hacer preguntas a otra vieja vecina,y esto pareció un anticipo, un mal presagio.
Pero que manera más hermosa de describir las manos sobre el pecho,las manzanas,el viudo,las estrellas,el señor Gris...me has llenado de ternura.Vengo del blog de Atikus,y has sido un bello descubrimiento.Volveré.
Me gusta este escrito de corazones que laten, que se paran, que derrumban, abrazan y consuelan.
Me gusta.
Sé que tornaré a viure en aquesta terra Emily, i que el meu grau de felicitat és més gran allí. Ets una mica bruixa, jaja. I els africans negres és veritat que tenen una manera de moure's, de ser, que els fa semblar prínceps. De vegades semblo racista, i potser ho sóc, però no és un tema de pell, és una qüestió de gent educada o maleducada. Els negres, els asiàtics... m'agraden. Però no puc amb els magrebins, o els balcànics (que són ben blanquets).
Aquest estiu he penjat un parell d'històries a http://www.yoescribo.com/. Busques "Ballenas varadas" o "El otro Marc Far" i ho trobaràs. Però t'has de registrar. He mirat al teu blog i no tens cap email. Si m'escrius et passaré alguna coseta per correu electrònic. I no caldrà que posis les teves dades personals en aquesta web.
Coi, quin comment més llarg!
Como un círculo, como ese vídeo tan bonito, aparecen siempre tus comentarios en este blog Atikus. Gracias.
Haré lo posible para mejorar MK, pero no me pidas maravillas a mi edad. Gracias por la sonrisa para María.
Suposo que li hauria agradat Alatrencada. Aquest clip m'agrada molt i la mirada serena de la noia que surt al principi em fa pensar molt en la teva.
Gracias por entrar Marta. Y espero que el teléfono del restaurante sea válido :-)
Qué bien escribe Mario Benedetti, Chica de ayer. Es uno de mis autores favoritos. Gracias por ese poema.
Muchas gracias Dalianegra, y cúidame a Atikus, que tiene pinta de ser buen tipo.
Xurri, hem escrit uns darrers posts similars. El teu sí que fa bategar els cors amb força. Al menys el meu.
(urgs, qué bleda!!)
A mi em costa de dir, en general em costa comentar, però aquest post teu tan simultani i coincident em va posar un nus a la gola i va posar una llagrimeta a la vora de l'ull mirant avall, pensant si es tirava o no... és molt bonic i m'agrada. M'agrada molt llegir-te.
ah!, María la viginal
y omnipresente. Excelente texto.
urgh... Passejador, ara ja et podré tornar a visitar amb asiduïtat. Tinc una foto feta per tu expressament, de la libreria de París... Ja te la dedicaré al meu blog quan torni a casa definitivament, que ja queda poc. Molts petons.
A mi també m'agrada llegir-te, com a tants...i tantes, és clar!
Urgs, les bledes milloren amb una mica d'allioli Xurri. Gràcies per la tendresa.
Marita, gracias por entrar y por el comentario.
Arare, sempre al.lucino amb la teva memòria de bona gent i els records que guardes de tots nosaltres (merci per la foto del Shakespeare&co). No et diré qui, però m'he trobat amb una persona aquestes festes de la Mercè que m'ha explicat meravelles de tu. Molts petons.
Intuyo qué restaurante era Marta. Nunca me he sentado en él, pero está en una buena localización. En sus mesas siempre huelo tapas, pan con tomate y jamón, tortillas... en mi regreso (hambriento) a casa. :-)
yo? firmo como yo?...en fin...
No vas equivocado con el restaurante, para mí es uno de los mejores rincones de la ciudad y sus tapas??...hummmm....
A vegades tan lluny i tan a prop.I sovint tan a prop i tan lluny...És la incoherència de la vida.
Molt entranyable el post! ;)
Paseante... crec que ja sé amb qui t'has trobat. I m'encanta la idea!! M'encanta, perquè... no cal que et digui per què. Petonets!!!
Tengo que sentarme una noche en ese restaurant Marta.
Sempre ets molt amable Joana. Gràcies.
Arare, doncs ja ho saps. Merci bien i petonets.
Noches? Paseante, el Turó es más un bar de fotosíntesis :-)
La fotosíntesis se produce de noche o de día, Marta? Es que soy de letras (aparte de un tanto borrico) :-)
Publicar un comentario
<< Home