En otra ciudad
La metrópolis vivió en guerra todo el viernes, con bombas en cualquier barrio por motivo de la verbena. Así que emprendí un viaje largo a la ciudad de Mary Poppins para que me descubriera sus calles, sus rincones secretos, sus sitios de tránsito, incluido el Mercadona pocos metros más abajo de donde ella canta a todas horas.
Me enseñó las cicatrices en su piel pálida de falsa sajona, mientras hablaba para que el silencio no resultara incómodo, y apartaba mosquitos imaginarios con sus manos de solfista. En una playa.
El Mediterráneo era manso en esa noche de San Juan y no quiso engullir la botella de vino varada en la arena. Cambió al amanecer, para volverse despiadado y borrar el recuerdo de nuestras huellas de patos grandes con su marea suave.
Me enseñó las cicatrices en su piel pálida de falsa sajona, mientras hablaba para que el silencio no resultara incómodo, y apartaba mosquitos imaginarios con sus manos de solfista. En una playa.
El Mediterráneo era manso en esa noche de San Juan y no quiso engullir la botella de vino varada en la arena. Cambió al amanecer, para volverse despiadado y borrar el recuerdo de nuestras huellas de patos grandes con su marea suave.
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